viernes, 11 de septiembre de 2015

¿Por que se hace conciencia acerca de las drogas?


El consumo de drogas es cada vez más preocupante en nuestra sociedad, y si bien se difunde mucha información al respecto, a la hora de prevenir muchos padres se preguntan qué hacer. En diálogo con Utilady Magazine, la licenciada en psicología clínica, Carola Diamondstein -con una larga trayectoria en el área de prevención del uso de drogas- nos brinda algunas respuestas.

El uso de drogas es una problemática compleja cuyo abordaje preventivo se inicia en las escuelas cuando los chicos empiezan la etapa de la adolescencia. Una edad difícil y conflictiva que provoca cambios en la conducta de los jóvenes y cuyos síntomas, a veces, pueden confundirse con el de la utilización de drogas. A nadie escapa el hecho de que la droga mueve grandes intereses a nivel mundial y de que es, ni más ni menos, el segundo negocio más renta­ble, después del tráfico de armas. Vivimos en un contex­to social donde la droga se va imponiendo de manera muy sutil, donde inclusive los adultos recurren al uso de sustancias para paliar el stress y las tensiones a las que se ven sometidos en la vorágine de la vida cotidiana. 



La prevención es la realización de diferentes acciones que ayuden a evitar que un hecho se produzca. Es ope­rar sobre las causas. En la droga dependencia, es infor­mar sobre los daños que producen las drogas, pero fun­damentalmente es ayudar a que la gente tome concien­cia de que hay que crear un conjunto de actitudes, hábi­tos y valores, que estén en contra del uso de drogas. 

Su objetivo es desarrollar una personalidad segura de sí misma y fortalecida en su autoestima, de manera que cuando aparecen las dificultades no se recurra a res­puestas ilusorias, como son las drogas. La prevención directa comienza específicamente en sexto grado, con charlas y debates en las escuelas. 

La licenciada Diamondstein, que realiza su tarea fundamentalmente en colegios, clubes e instituciones, afirma que "la elección de la pubertad como etapa de Inicio de la prevención a nivel escolar no es azarosa, sino que se ha elegido por­que a partir de los once o doce años el chico comienza a viajar solo, a salir con sus amigos, y no está permanen­temente al cuidado de sus padres" y agrega que "en ese momento surgen las primeras inquietudes".



¿Cómo se comportan los jóvenes en las charlas?

La actitud en general es de gran interés. Los jóvenes de hoy muchas veces están mejor informados que los adultos, porque han visto a alguien fumar, se la han ofrecido, o tienen algún amigo que se droga. Ante esto, lo fundamental es escuchar y dar Información adecuada a la edad y a la demanda, no articular un discurso mo­nótono y repetido.

 Usted trabaja en prevención di­recta. ¿Qué opina de las campañas de prevención masiva?

La prevención masiva, a través de campañas que se difunden en los medios de comunicación, permite a la sociedad tomar conciencia del problema, pero muchas veces se difunden mensajes erróneos. Las campañas que orientan hacia el miedo, del tipo "la droga mata", carecen de la claridad necesaria para explicar un pro­blema tan amplio. Los jóvenes de hoy muchas veces prueban un cigarrillo de marihuana generalmente in­ducidos por sus amigos, y cuando fuman se dan cuenta de que la droga no mata, por lo menos no en un primer momento. Así, el mensaje del miedo cae automáticamente. Las campañas más efectivas son aquellas que muestran imágenes verdaderas, las que hablan de cómo la droga entra Insidiosamente, genera hábito, y va ocupando espacios importantes en la vida de quien la consume.



Como encarar el dialogo con los chicos

"Muchos padres preguntan cómo hablar a los hi­jos sobre las drogas", dice la licenciada. "Esto de­pende de muchos factores: la edad del chico, qué es lo que ya sabe, en qué medio se mueve, cuáles son sus intereses. Muchos padres piensan, con razón, que hablar a los hijos sobre las drogas puede constituirse en un estímulo para la curiosidad. Por eso es importante que se plantee naturalmente, sin formali­dad. No conviene llegar a casa y decir 'hoy vamos a ha­blar de la droga', porque sería un tratamiento artificial que puede producir efectos contrarios a los buscados". Los estímulos cotidianos -un comentario en la televi­sión, una situación de amigos, una tarea escolar- pueden ser el disparador que permita al padre o a la madre pre­guntar con naturalidad sobre las experiencias y opinio­nes del chico. Primero hay que escuchar lo que el hijo sabe sobre el tema. Si un padre se apura a hablar -por­que el tema lo pone ansioso- no sabrá lo que el chico ignora o conoce y, en consecuencia, no le dará la res­puesta que necesita. 

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